Te miro, me miro, nos veo. Me puedo proyectar en 100 años, no sola sino con vos a mi lado.
Es un tanto loco esto de las almas gemelas. No sé si solía creer en ellas, pero ahora tengo esta convicción que no se me va del pecho, esta convicción de que vos y yo pertenecemos al mismo lugar, que nos hemos buscado a través de los años, a través de las vidas, para encontrarnos y no soltarnos.
¿Qué cambió? No lo sé. Estás distante, haciendo tu mejor esfuerzo por resistirte. No podrás, lo sé y lo sabes, o al menos es lo que elijo creer. Me destrozaría pensar que puedas resistirte, que no exista tal encanto que nos mantenga unidos por los siglos de los siglos. Y yo me pregunto: ¿qué cambió?, ¿por qué no has corrido a mis brazos con tu júbilo incesante?.
Me siento atrapada. Estoy atrapada en esta vida sin tenerte del todo, pero sin perderte. Yo ya desperté, ya se cayó el velo de mis ojos y pude reconocerte a través del tiempo y espacio, pero se me hace muy ardua la espera. ¿Cuándo despertarás?, ¿cuándo te darás cuenta que a mí y solo a mí perteneces? no como acto posesivo, sino como el más puro amor eterno. No puedo despertarte, no puedo sacar tu velo, no estoy segura de poder esperar más. ¿Cuándo despertarás?. Despierta, por favor. ¿Por qué tenemos que esperar? ¿qué hay más allá?.
Todo tiene un propósito, lo sé, y al principio me costó darme cuenta qué era esa familiaridad que sentía cuando estaba con vos, hasta que un día lo entendí. Tú y yo pertenecemos al mismo lugar, siempre lo hemos hecho. Tan cerca y tan lejos a la vez. ¿Corriste hacia mí a través de los desiertos, a través de las guerras, a través del tiempo y del espacio? ¿o fui yo quien logró alcanzarte?. Llegué, pero no estás, no sos tú, ¿dónde estás?, ¿por qué no despiertas?, ¿por qué no acudes a mí?.
Creí que sería inmediato, uno despierta y el otro por inercia también. No fue así. Me he despertado del sueño melancólico de no tenerte, y aquí me hallo en una pesadilla inefable. No te tengo, no despiertas. ¿Dónde estás?. Estoy sola, esperando, sigo aguardando el alegórico despertar. ¿Dónde estás?, ¿por qué no despiertas?. Ven a mí alma gemela, te estoy llamando. He venido desde muy lejos a buscarte, atravesé mareas, hambrunas, guerras, vidas, muchas vidas. ¿Dónde estás?, ven a mí. Te estoy invocando, ven. Es una agonía insoportable, no sé cuánto tiempo más pueda resistirla.
Una vida sin alma gemela no tiene sentido. Un amor si no es el correspondido no tiene sentido. Ven a mí. No sé cuánto más pueda esperar. Intento resistir pero se me acaba el tiempo. Esta prisión es intolerable, un martirio. Soy libre pero... ¿soy libre?. Ven a mí, te lo imploro.