Esta no es la historia de un príncipe azul, tampoco la de una princesa que busca ser rescatada. Es la historia de dos adolescentes comunes.
Se conocían sólo del colegio, estaban cursando el mismo año pero no estaban en el mismo salón. Se llevaban bien, eran casi amigos. Un día el destino decidió cruzarlos en un sólo camino; decidieron verse para ser algo más que conocidos. Así comenzó la historia, poco a poco se fueron haciendo de la relación, lo que comenzó a nacer se fue metiendo en sus huesos, debajo de su piel. Pero había algo que no brillaba.
Pasó un mes, y decidieron que tenían que hablar, la relación no daba para más. Ninguno sentía amor por el otro, él sólo sentía necesidad saciada, y ella se sentía utilizada. Lo mejor, era sin duda alguna cortar vínculos.
Al año siguiente casualmente les tocó en el mismo salón. Buen comienzo, se llevaban bien pero no demasiado. Nuevamente fueron tratando de armar las piezas del rompecabezas. Fueron estrechando lazos hasta convertirse en buenos amigos. Otra vez, había algo que resaltaba, algo que no podía salir a la luz; y era el amor que uno de ellos sentía hacia el otro, él, empezó a sentir cosas por ella que nunca antes había sentido con nadie. Así estuvo un tiempo, callándolo todo hasta que decidió decirle. Ella por su parte, estaba en su mundo, en su adolescencia, en su ingenuidad. No lo aceptó, no quiso mezclar las cosas, preifirió seguir como amigos, ya no tan amigos.
Al cabo de un tiempo se fueron distanciando, juntándose con otras personas y olvidando todo aquello ocurrido. Ya casi no se veían, se saludaban sólo por compromiso y evitaban cruzarse mutuamente.
Algo que lo definía era su carisma, su forma de hablar, de reír, todo. Tenía ese algo que lo hacía ser querido por todos. Ese algo que ella no pudo pasar por alto, y que descubrió casi en los últimos meses. Se fue dejando llevar por el tiempo; nunca antes lo había hecho, y era la primera vez que se sentía encaminada correctamente. Esperó, y decidió retomar contacto con él. Le habló por cartas, y básicamente en eso se entretenían los dos, él sin prestar mucha atención, ella esperando a que ocurriera algo...
En una de esas cartas quedó muy claro que ya nada más iba a suceder entre ellos. La desilusión había tocado a su puerta, cuando no estaba lista aún. Prefirió callar, y no develar sus sentimientos.
Pronto se vino la primavera, y con ella el fin de clases. Rápidamente pasaron para él, cuyo objetivo no estaba claro. Mientras que para ella, fueron lentas y tristes vacaciones; sus pensamientos no la abandonaban y la condenaban.
Al año entrante, por marzo, sus padres decidieron cambiarla de colegio, a uno que ofrecía mejor educación. Sin poder resistirse, fue sometida. Comenzó bien el año, buenas calificaciones, amigos nuevos, pero estaba incompleta, le faltaba alguien...
No intentó siquiera contactarlo porque era inútil dejar que él supiera acerca del amor, si ya no pasaría nada. Los dos habían armado sus vidas. Nunca más se volvieron a cruzar, siquiera en la calle, ya que el nuevo colegio quedaba a unos kilómetros del pueblo donde ella residía.
Hicieron oídos sordos, y trataron de olvidarlo todo, pero lo que no sabían era que un sentimiento estaba oculto en sus corazones... por ver "lo mejor", olvidaron de donde venían. Los dos seguían tan enamorados el uno del otro como el primer día.